Este blog tiene como finalidad servir de herramienta para quienes estudien la asignatura de lengua española, profundicen en comentarios literarios o estudien la lengua latina.
Estaré encantada de ayudarte en los comentarios literarios que necesites o de aclararte cuantas dudas te surjan en lengua castellana o latín.
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Desgraciadamente casi a diario escuchamos la noticia de que alguna patera ha llegado a las costas de Canarias, tan a diario que ya le prestamos poca atención. En Lanzarote la noticia ha dejado de ser noticia.
Pero hace unos días esta desgraciada realidad se cruzó en mi camino y ha tocado profundamente mi corazón. Unos veinte jóvenes que habían llegado a las costas de lanzarote en cayuco, estaban siendo trasladados a Tenerife Norte en avión y allí estaba yo en ese mismo vuelo.
Desde ese día no puedo olvidar aquellos chicos, que mayores de edad pero con cara de niños asustados formaban fila india esperando su turno de embarque. No vi una sonrisa en ninguno como cualquier joven de su edad, no hablaron entre ellos y obedecieron en todo momento a la chica que les acompañaba como corderitos asustados. Todos vestidos igual, chaquetón azul, pantalón de chándal negro y zapatillas negras, imposible pasar desapercibidos.
Y pensé en ellos, en lo difícil que tuvo que ser llegar hasta Lanzarote, en los días de mar sentados en el cayuco sin poder moverse, pasando frío y hambre, en el difícil camino que les esperaba a partir de ahora, en lo valientes que fueron y los miré y los miré. Sentí mucha lástima por ellos mientras escuchaba comentarios desafortunados a mi alrededor que no merece la pena reproducir.
El vuelo en el que fueron trasladados fue el 417 del pasado 22 de diciembre de Lanzarote a Tenerife Norte. Vuelo regular de binter de las 11:20. Yo ocupé el asiento 15 D y a mi lado en el asiento 15F, un chico subsahariano que con un «excuse me madam» me pidió permiso para que le diera paso y poder ocupar su asiento.
Desgraciadamente mi cobardía, mi vida de confort, mi timidez o yo qué sé, frenaron mis ganas de entablar una conversación con él, de preguntarle su nombre, de saber cómo se encontraba, de qué país era o incluso de darle mi número de teléfono y de ayudarlo en lo que estuviera en mi mano.
Ahora, días más tarde estoy muy arrepentida de no haberlo hecho porque sé que pude haberle echado una mano en el difícil camino que le esperaba.
Aunque solo han pasado siete días ya es tarde, es muy difícil encontrarlo en un centro en el que hay casi 2000 migrantes, aunque lo estoy intentando. La única manera sería conocer el nombre de los chicos que ese día fueron trasladados y nadie me va a facilitar ese dato porque es confidencial. Solo sé de él que es subsahariano, tiene entre 25 y 30 años, es alto, delgado, ojos y manos grandes, lleva una pequeña barba, y vestía como todos con abrigo azul, chándal negro y zapatillas negras. De lo poco que he averiguado, sé que estuvo en «el Cate» de Arrecife que está custodiado por la policía Nacional antes de ser trasladado.
Un miembro de la asociación «aqui estamos migrando»con el que me he puesto en contacto, me dijo que podría ser de Gambia porque lo poco que me habló lo hizo en inglés.
Yo hablé con él porque buscaba con desesperación el comprobante del vuelo y le dije que no se preocupara, que no era importante, aunque finalmente pudo encontrarlo. Entendí que cuando estás en situación de vulnerabilidad cualquier documento te parece importante.
Ahora estoy muy arrepentida de no haberle dado mi número de teléfono.
Han pasado ya siete días desde ese viaje y sé que se encuentra en uno de los dos dispositivos de migrantes que hay en Tenerife, Las Raíces o Las Canteras, (probablemente en Las Raices). He enviado correos a Accem, he escrito a través de Facebook o instagram a diferentes asociaciones y he hablado con voluntarios, pero todos me dicen lo mismo: » es como buscar una aguja en un pajar». Lo sé, pero como la esperanza es lo último que se pierde pues aquí estoy escribiendo este artículo para que se sume a los diferentes mensajes que ya he enviado.
Nunca he pedido que se difunda alguno de mis artículos pero éste es distinto. Me gustaría que éste llegara al mayor número de lectores, especialmente a asociaciones de Tenerife o a migrantes que ahora mismo estén en Tenerife.
Sería enormemente feliz si alguien pudiera ayudarme a encontrar a este joven subsahariano que sentado a mi lado ocupó el asiento 15F del vuelo 417 de binter de Lanzarote a Tenerife Norte el día 22 de diciembre de 2023. Sé que él conserva el comprobante de vuelo y también sé que me recuerda.
Si alguien que lea este artículo puede ayudarme puede escribirme a mi correo candetoledodav@gmail.com
Aunque es muy difícil seguiré buscándolo y ojalá volvamos a compartir los asientos 15 D y 15 F pero esta vez como dos amigos.
» BOKU XOL» ( expresión africana que podría traducirse «todos juntos en un solo corazón»).
«Hemos aprendido a volar como los pajaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos» Martín Luther King.
Inquieta cae la tarde,
busca besar con sigilo
los rincones otoñales
serenos de los domingos,
domingos dulces de Yaiza.
Mientras, el alisio suave
susurrándome su amor
se atrevió a besar mi cara
entre caricia y caricia
que va brindándome el sol.
Sigue la tarde cayendo,
sobre el marrón casi negro
de las igneas montañas,
ensombreciendo el camino,
adormeciendo las casas.
Todos los caminos viejos
que en calma ofrecen paseos
me llevan hasta la plaza.
Sombra de ombú solitario
vigilante está a la entrada.
Me invita a pedir Remedio,
Remedios de mi esperanza.
Qué curiosas las higueras.
deleitadas con el frío
pasan inviernos desnudas
luciendo sus ramas yertas.
Al llegar la primavera,
de hojas se van cubriendo
y tan felices se sienten
que con un mínimo esfuerzo
dan su primera cosecha,
deliciosas brevas frescas.
Será ya en pleno estío,
con el intenso calor
cuando el verde de sus hojas
oculte sus tallos finos
para proteger del sol
sus sabrosos dulces higos.
Nacida sobre coladas
de malpaises agrestes,
traza sendas sinuosas
una bella silueta
de una veredita estrecha.
Es una vereda esbelta,
llana, fácil de ser caminada,
a pesar de que el volcán
Indomable y endiablado
se entretuvo caprichoso
retorciendo algún recodo
de su lajial enredado.
Desnudos pasos cansados
a diario la trajinaban.
Pastores guían rebaños,
campesinos mula vieja.
Trasiego de agua y cosecha.
Con el paso de los años
nadie ahora la pasea.
¡Mísera vereda vieja!
sola, triste y olvidada
va perdiendo su figura
y aunque opone resistencia,
un fino musgo verdoso
comienza a quebrar sus grietas.
Tiernos veroles rosados
brotan de su alma seca
y en un chaboco cercano,
una higuera centenaria,
que en primaveral milagro
se cubre de hojas tiernas,
ya luce su fruto fresco.
Allá, sobre las laderas,
las viñas tintan de verde
las medias lunas de piedra.
¡Cuánto extraño aquellas tardes!
Desenredando veredas
entre caminos y huertas.
¡Cuánto extraño aquellas tardes!
En alegres patios viejos
que guardan suaves esencias
de olorosas flores frescas.
¡Cuántos recuerdos felices!
Déjame allí, entre las piedras,
chapoteando los charcos
que descubrió la marea.
Adéntrame en el barranco,
deja que explore su vena
cubierta de fresca hierba.
Toma estos cuatro palos,
invéntame otro juguete,
algún juguete soñado.
Ahora que cae la noche
y toca arriar las velas,
desde el mástil de esta higuera
contemplaré las estrellas.
Quiero esas tardes de juegos,
de cómplices travesuras.
Quiero esas tardes de hermanos,
tardes de primos, de amigos.
Quiero esas tardes de risas,
de intrépidas aventuras,
libres del intenso ruido
que van dejando los años
cuando ensayamos la vida.