PASEANDO SAN ANDRÉS

Me fui a pasear un sueño

una tarde a San Andrés.

Por tus pasos empedrados

me tomaste de la mano

y susurrándome amor,

a ritmo de sirinoque,

bailamos.

Suaves caricias de junio

cubren tu cuerpo de flor,

pétalos en tu sonrisa,

perfume en tu corazón.

En la torre de la iglesia

tañen dos campanas viejas,

arcos vestidos de brezo

anuncian días de fiesta.

Bajo el eucalipto viejo

me tomaste de la mano

y susurrándome amor,

bailamos.

Tajarastes en el aire

alegran tu Noche Buena,

pitos, flautas, castañuelas

bailan al son del tambor.

El sol tibio de la tarde

que no se quiere dormir,

adormece la marea.

Guindaste ríe feliz.

Villa del acantilado,

siento tu cuerpo salado,

alma de espuma de mar

mar de azúcar bronceada,

vino tinto y blanca cal.

En tus rincones de historia

allí te encontré dormida

y en sigiloso paseo

por no querer despertarte

uní tu alma a la mía.

Candelaria Toledo Davila